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La alternancia en el turno de esta columna me lleva a escribir el cierre de un curso horrible. Si el pasado Septiembre los pronósticos eran sombríos, la realidad ha confirmado y superado, las peores expectativas. Afortunadamente, ahora toca oxigenarse, olvidar malos ratos y entregarse al ocio y al descanso. Merecida pausa para una mayoría afortunada, que huirá encantada hacia unas deseadas vacaciones, con el íntimo anhelo de que las cosas mejoren tras el retorno al trabajo. En cambio, para los muchos que han perdido su empleo las cosas serán diferentes. Desde aquí, unas palabras de ánimo y apoyo solidario a todos ellos, con el deseo de que pronto encuentren lo que buscan.

Ya sea desde una situación de plena actividad profesional, como desde el parón momentáneo de un periodo de transición, el verano es una de las épocas más propicias del año para la reflexión. Este año deberíamos comenzar por valorar lo que tenemos y apreciarlo especialmente de manera realista. Esto no significa conformismo, ni falta de ambición. Supone relativizar nuestra situación y ponerla en sintonía con un entorno plagado de dificultades. Mirar alrededor es un ejercicio de lo más aleccionador.

Otra de las reflexiones aconsejables, algo más profunda, es acerca de nuestra propia motivación en la vida. Hace unos días asistí a una mesa redonda en una Escuela de Negocios. El brillante ponente que nos sucedió, afirmaba que las motivaciones humanas básicas giran en torno al poder, el reconocimiento y el placer. Qué decir de la sensación de poder, es tan ancestral como el mismo ser humano. El reconocimiento y el aprecio ayudan, entre otras cosas, a mejorar la autoestima, esa fuerza secreta que trata con maestría el Doctor Rojas Marcos en el libro que le dedicó. En cuanto al placer, el gozo para los sentidos, se asocia frecuentemente a la felicidad, aunque esto sea discutible. Los tres factores están presentes en todos nosotros, aunque en diferente forma e intensidad. Se trata de saber qué importancia y prioridad tiene cada uno de ellos, en la combinación adecuada.

Pensar sobre nuestras motivaciones en el trabajo como uno de las componentes fundamentales de la vida es un ejercicio fundamental. En los procesos de búsqueda de directivos, por ejemplo, es posible percibir cuándo las personas tienen más o menos interiorizadas e identificadas sus motivaciones al entrevistarlas. Si las tienen, a partir de ellas podrán demostrar la coherencia del camino recorrido, como síntoma de madurez muy positivo. También sabrán mejor lo que pretenden conseguir, lo que les ayudará a definir el itinerario más conveniente. En cambio, parece mentira la cantidad de personas experimentadas que analiza esto, que se plantean las cosas como van saliendo al paso, mientras piensan que lo que ha de pasar sucederá en cualquier caso.  

El verdadero crecimiento viene por la vía interior, y ésta se cultiva mediante el pensamiento o la lectura, poco compatibles, por cierto, con nuestra civilización de las prisas y la inmediatez. Así es que, aproveche el verano. No se trata de pasar el mes de Agosto en éxtasis, ni aislado como un ermitaño. Basta con dedicar algunos ratos al sosiego y la meditación. Póngase a ello, igual descubre algo nuevo. Y además, no olvide divertirse, descansar y tomar fuerzas. ¡Felices vacaciones!