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La capacidad de análisis y síntesis es una de las habilidades más apreciadas en un buen directivo. Ser capaz de desmenuzar los asuntos, relacionar las causas y los efectos, extraer conclusiones eficaces y resumir lo verdaderamente importante, el extracto de las cosas, es sin duda un recurso valioso para quien lo posee. De hecho, en las entrevistas de selección, la evidencia de esta capacidad –o su ausencia-, es algo que valoramos en gran medida quienes nos dedicamos a la identificación y búsqueda de talento.
Pues bien, si tuviera que sintetizar en tres palabras el contenido de las conversaciones que mantengo desde hace algunos años con mis clientes al hablar de tecnología, lo tendría bien fácil: digital, movilidad y nube. Y no me refiero solo a las empresas que se dedican a vender soluciones tecnológicas en su amplísimo ámbito, sino a las de cualquier otro sector, afectadas sin duda todas ellas de forma creciente por alguno de estos tres elementos -incluso por todos ellos-, tanto en sus procesos de negocio internos como en los relacionados con sus clientes.
Los agresivos pronósticos del año 2000 y crucial impacto de la red en nuestras vidas se han cumplido, aunque con algunos años de retraso. Y si no que se lo pregunten a Zuckerberg, empeñado ahora en convencer a las Operadoras de Telcos para extender el acceso a internet a los 7.000 millones que poblamos el planeta.
Qué decir sobre el segundo, la movilidad, en plena resaca del MWC de Barcelona. Nuestras vidas están literalmente mediatizadas por dispositivos que nos acompañan siempre y para todo. Como decía aquella exitosa campaña de Vodafone “la vida es móvil”, y vaya si acertaron.
Sobre lo tercero, el cloud o la nube, disipadas las desconfianzas iniciales, el almacenamiento y la gestión remota de mis crecientes “big” datos, es moneda corriente para empresas y particulares.
Pero, ¿qué tipo de competencias se necesitan para manejarse y aportar valor en este mundo digital? La pregunta, de lo más frecuente, lleva si realmente poseen estas competencias o si al menos estiman poseer la capacidad de aprendizaje necesaria para adquirirlas. La respuesta negativa puede traer consigo un alto precio; en última instancia, nada menos que el rechazo por parte de un mercado de trabajo que se vuelve cada día más especializado.
¿Son competencias fácilmente desarrollables? ¿Dependen de la capacidad mental, de los conocimientos previos, de la motivación o incluso de la edad? ¿Están al alcance de los llamados “inmigrantes digitales” o estamos éstos perdidos para la causa? La respuesta es evidente, por supuesto que son competencias adquiribles o desarrollables. El problema no está en su aprendizaje intelectual y práctico, sino en la actitud al enfrentarse con ellas. Y es que en este terreno, hay quien sale al campo pensando que el partido está perdido antes de jugarlo. Quien se considera incapacitado de origen y ni siquiera está dispuesto a intentarlo, desbordado por algo que cree le supera.
No es tan difícil, no. Requiere interés, eso es lo primero, además de esfuerzo, como todo aprendizaje. Estarán más capacitados quienes estén más abiertos a lo nuevo, sean más curiosos, más flexibles y adaptables, eso desde luego. Pero la mayoría de estas competencias están al alcance de cualquiera que se lo proponga, al menos en un nivel básico o intermedio.
Para muestra, me gustaría reproducir este interesante resumen, elaborado por la consultora Roca Salvatella, en el que se expresan 8 competencias digitales nucleares, y una pequeña definición de cada una de ellas. Si las lee atentamente, seguro que en alguna ya poseerá un cierto nivel de destreza. Será un buen comienzo para animarse a conseguir las que le faltan. Su carrera o incluso su empleabilidad seguro que se lo agradecerán. ¡Buena suerte en el empeño!
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