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La Universidad Francisco de Vitoria me ha concedido el honor de apadrinar a la promoción del programa Excellens (Derecho Administración de Empresas) en su ceremonia de Paso del Ecuador. Disfruté con el ritual protocolario de la imposición de becas a los alumnos, radiantes en ese simbólico día, fiel reflejo de la primera estrofa del himno universitario Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus (Gocemos, por tanto, mientras somos jóvenes), que cantamos respetuosamente al finalizar el acto. Coincide este artículo con la cercanía del Jueves Santo, cuando recorre las calles de mi Vélez-Málaga natal el Cristo de los Estudiantes, al que acompaño en procesión cada año cantando ese mismo himno desde que era niño.
La tradición permite traspasar costumbres, principios o normas de origen remoto de unas generaciones a otras. Reconocemos la importancia de acontecimientos o ideas creadas en un pasado lejano que recibimos como herencia, les otorgamos un valor incuestionable y las transmitimos a nuestros descendientes. Me gustan los pueblos que cuidan sus tradiciones y las instituciones que las protegen, como la Universidad, que desde su creación ha mantenido una serie de símbolos, emblemas y protocolos universales que expresan una identidad propia.
Alguien dijo que la juventud no está en la edad, sino en el corazón.
Hermosa frase de consuelo que reconforta en las etapas maduras de la vida. La Universidad es símbolo de rejuvenecimiento, de renovación de ideas y actitudes, del conocimiento y el nivel de progreso de los pueblos. Tradición y modernidad cogidas de la mano.
Durante la ceremonia de entrega de becas miraba a los alumnos e intentaba ver en ellos a los dirigentes del futuro, a quienes habrán de capitanear empresas e instituciones. Pensaba en el contraste con la cruda realidad, o al menos con el criterio extendido en la sociedad sobre la formación de nuestros jóvenes, del que extraigo algunas perlas. Proliferan los fracasos y abandonos escolares más estrepitosos. Ocupamos el vagón de cola europeo en los informes internacionales acerca de la calidad de nuestra enseñanza. Poseemos un sistema educativo fragmentado y transferido al Babel autonómico, error histórico que ha generado contenidos formativos sectarios, que manipulan la Historia y la realidad socio-política de España al antojo del partido gobernante en el territorio.
Estudiantes que acceden a la Universidad sin saber ortografía y que aspiran, casi la mitad, a ser funcionarios con aversión al riesgo. Profesores que sufren en sus carnes la falta de respeto de alumnos y de padres. Aulas en las que prevalece la carga ideológica sobre la pedagógica, sobre todo en algunas carreras, meros instrumentos al servicio de la más pura socialización política. Podría seguir, pero prefiero no hacerlo. Quizá sean afirmaciones exageradas, generalizaciones injustas o desproporcionadas, aunque algo haya de todo ello.
Celebramos la Pascua de Resurrección con las calles de nuestros pueblos oliendo aún a incienso, rociadas por la cera de los cirios purificadores. Es época de contricción y renacimiento espiritual.
También lo es de alegría y por qué no, de confianza en el futuro y en las jóvenes generaciones que habrán de guiarlo. Aprenderán de nuestros errores y los corregirán, como ha venido haciendo la inteligencia colectiva a lo largo de los siglos.Larga vida a la Universidad, como dice su himno, "¡Vivat Academia, vivant Profesores!". Feliz Pascua.
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