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Tenemos tantas ganas de enterrar a 2011 como al Conde Drácula. Otro annus horribilis para nuestro país, peor entre los peores en la deshonra de un paro escalofriante.
Lo más agobiante de atravesar un túnel es desconocer la salida. Y así hemos vivido, entre la angustia y la incertidumbre, bajo un cúmulo de infortunios y desaciertos mezclados en un cóctel explosivo. Ajenas o propias, globales o locales, políticas o económicas, poco importan las causas de la crisis a estas alturas, salvo para evitar repetirlas. Nos queda aprender de la experiencia -impagable habilidad propia de los elegidos-, extraer moralejas y enunciar propósitos de enmienda.
Esto no ha acabado, pero tiene otra pinta. Las urnas y el fin de año rematan un ciclo en España que la historia juzgará mañana, pero al que hoy ciudadanos y cronistas han condenado de manera abrumadora.
Llevamos una racha felicitando el nuevo año con resignación, con la boca pequeña, con la incómoda sensación de desear algo tan poco probable. Wishful thinking, que diría un británico. Deseamos salud a falta de pan... Matizamos el mensaje "feliz año a pesar de todo", o cruzamos los dedos apelando a la diosa Fortuna, tras anhelar una prosperidad que intuimos remota.
Pero este final de año atisbamos algo diferente. Será gracias a Mario Draghi, nuevo jefe del Banco Central Europeo con su prodigiosa maquinita de hacer dinero. O al binomio Merkel-Sarkozy y su voluntad de aliviar por fin el marrón de las deudas soberanas, salvar al euro y tutelar a los países remolones. O será el nuevo Gobierno de España, que retorna a la senda del mérito profesional y las capacidades como criterios de selección de sus integrantes, frente a los efectismos, las ideologías y las cuotas. Por ahí se empieza.
Sea por lo que fuere, hay un ambientillo de cambio más positivo, aunque no a corto plazo, como acaba de recordarnos el flamante ministro de Economía.
Este fin de año nos felicitamos con más esperanza, que ya nos va tocando. Puede que a fuerza de creerlo -como en la profecía autocumplida de Pigmalión-, resulte que todos hacemos lo necesario para que esto mejore. Tras la confianza, pasemos a la acción, por favor. Y feliz, muy feliz, ciclo nuevo.
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